TE CARGABA MIENTRAS CRECÍA

 

Ser pareja es hacer sinergia, es decir, cargar las penas juntos y al mismo tiempo disfrutar los triunfos juntos.
     CZY
 
Una pregunta que me han hecho últimamente es ¿qué pasa cuando tu pareja no crece y sólo quiere que tú la cargues, es decir, qué hago, porque yo estoy creciendo en mi trabajo, en mi forma de ser, en mi vida, pero él o ella no crece y sólo le incomoda que uno si lo haga?
Esta pregunta ha sonado y resonado últimamente en mi consultorio y he estado analizando las situaciones que vivimos y el ritmo de vida en cual nos desenvolvemos que ha hecho que las concepciones que tenemos sobre algunas cosas como “Familia, Escuela, Pareja y hasta Dios” tengan que estar cambiando.
El problema no es el cambio, pues eso significa crecer, sino que creo que estamos creciendo de manera amorfa.
Lo correcto y para no perder la costumbre debemos definir (ponerle fin) la idea de “crecer” para que los lectores estén en la misma sintonía que la mía. ¿Qué es crecer?, según el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) es aumentar el tamaño del organismo de un ser vivo // aumentar la cantidad, el tamaño o la importancia de algo // adquirir fuerza, o mayor cantidad.
El crecimiento también puede ser según y parafraseando al Diccionario de Medicina Merck: Un aumento del número y del tamaño de las células, el fenómeno se produce gracias a la asimilación de los nutrientes: sin nutrientes, el crecimiento es defectuoso o nulo.
Ahora ¿qué es crecer en pareja?, si usamos el principio humanista que dice que “el ser humano vive subjetivamente”, es decir, cada quien ve las cosas como le fue en la feria o a través de su experiencia, y, si cada quien habla sobre qué es su relación de pareja, sería un gran problema, pues si no estás bien con tu pareja vives jodidamente, sin embargo, si estás bien con la misma, entonces, ser pareja es lo más maravilloso que existe.
Esto no es del todo real, cómo tú vivas con tu pareja no tiene que ver con ¿qué es ser pareja?, o sea, no hay recetas mágicas, sí hay magia, pero está, se forma.
De igual manera y usando el mismo principio humanista ya mencionado; nosotros establecemos límites mentales, estos hacen que se establezcan sobre nosotros las ideas espirituales, emocionales, creativas y materiales y después de eso comenzamos a caminar, es decir, nos decimos qué no podemos ni debemos hacer, porque si lo hacemos rompemos la moral ya establecida.
Trataré de dar un ejemplo sencillo:
 
“Cuando vas a USA ya sea caminando, automóvil, trasporte público o en avión siempre te dicen que acabas de pasar los límites de México-USA y entonces te comportas conforme a las leyes de USA, no tiras papeles, o te pones cinturón de seguridad, o pasas las calles por las esquinas, etc., cosas que crees son delito en USA y que ellos respetan y multan en caso de no cumplirlas, sin embargo, quiero decirte algo en México esos también son delitos, ¿qué es lo que pasa? Que aquí no cumplimos las leyes NOSOTROS no las autoridades y haya las autoridad no necesitan estar detrás de sus ciudadanos porque ELLOS (los ciudadanos) si cumplen sus leyes”.
 
Otro ejemplo sencillo es:
 
“Las parejas cuando discuten tienen (obligatoria y mentalmente) que dejarse de hablar, hacerse muecas, gritar o hasta agredirse, sin embargo, esto es mentira pues no se necesita eso para resolver un problema, eso es un presupuesto mental que han usado para decir “estamos enojados”.
 
Ser pareja es aprender a darte y dar, uno debe aprender que cuando uno crece el otro crece y cuando uno mengua el otro también lo hace, ser pareja es caminar parejo, es decir, ayudarse idóneamente que va muchísimo más lejos que la idea pobre que en algunas iglesias enseñan.
Pero, qué pasa con las parejas actuales, ¡uff, muchísimas cosas!, comencemos con la idea de la falta de compartir. Con la revolución de la liberación femenina de los años 50´s las mujeres lograron su “independencia” y eso fue bueno pero extremo, pues los hombres fueron literalmente sacados de la jugada y se convirtió en lugar de ser equitativo en una competencia de géneros.
El proceso de la sociedad y el descontrol de la misma, el mal cuidado de la persona y la falta de educación sobre qué es una pareja, la idea aberrante y estúpida muchas veces de la iglesia de “pareja idóneo” donde es blanco-negro, fuerte-débil, sabio-necio y no pueden verlo como negro-negro o blanco-blanco porque no es equilibrio, sin que muchos de ellos no entiendan que estando a veces en depresión estás equilibrándote y la idea todavía más tonta de la sociedad donde la pareja se hace institución al ser familia, ha hecho que no entendamos qué, cómo y cuándo ser pareja.
Parejas que no comparten nada más que sus genitales (y a veces), parejas en donde los sueldos son dos, y, por ende, hay dos carteras en un hogar, o donde hay dos dioses en un santuario, donde se compite cuando debe impulsarse, donde se vincula la necesidad de poder y se trata de imponer quién es quién lo tiene, han hecho que pensemos que pareja es competir, desgastarse y vivir “hasta que la muerte nos separe”.
A qué me refiero, sencillo, cuando uno tiene pareja comparte sueños, se impulsa, cuando pisotea sueños, compite, cuando una pareja entiende que crecer en pareja es compartir, entonces el sueldo de dos trabajos se convierte en una cartera, no es “esto es mío y esto es tuyo”, cuando uno es pareja no existe “hasta que la muerte nos separe” porque el amor trasciende, es decir, el amor siempre generará vida y por ende no habrá muerte que los separe.
Ahora, quiero que se entienda que ser pareja no quiere decir que dejamos de ser intrivitrio (que no se puede dividir en tres Cuerpo-Alma-Espíritu), sino que al ser monista (un ser integral) jamás deja de ser monista, pero al compartir su ser se convierte en PAREJA.
La idea absurda de “la media naranja” nos ha hecho pensar que somos “medio personas” pero ya lo dije, eso es absurdo, no podemos ser media naranja o medio-seres, porque entonces damos medio-amor, medio-sueños y medio-todo y al ser seres integrales y enteros, damos precisamente eso, todo cuando aprendemos a amar.
Algunas parejas cargan a otras, algunas veces por amor, otras por compromiso, otras por ganas y están aquellos que lo hacen por miedo a estar solos, por miedo al qué dirán, etcétera, pero lo que pasa o puede pasar cuando la pareja que está siendo cargada no deja de ser tan egoísta, tampoco deja de convertirse en lastre y no pone de su parte, ese estilo de amor se convierte en pesar, en carga, en lastre, en dolor y hasta en otras cosas que por mucho hacen que uno no quiera estar con “la pareja”.
Algunos no pueden entender que cuando uno de los dos que forman la pareja crece, ambos crecen, y, que por ende, si uno decrece entonces el otro también lo hace, por eso son pareja.
Cuando algunas personas comienzan a sanar y su pareja sigue de la misma forma, comienzan los problemas. En el consultorio entran personas que tienen broncas fuerte con ellos mismos y cuando comienzan a crecer individualmente, su pareja se comienza a molestar porque ¡tú no eras así, haz cambiado mucho! Y en realidad si es así, siempre lo ha sido, pero es la cara que no se mostraba, algunas veces por comodidad, otras por evitar peleas y, las menos, por la necesidad de siempre estar sin hacer bullicio.
Cargar a la pareja es algo que se debe hacer, pero también tiene su tiempo límite, también cansa, la pareja que está siendo cargada debe también buscar equilibrar a su par, pues si no lo hace, la pareja huye de una u otra forma.
Dejemos de cargar las penas y sinsabores de alguien, mejor hagamos sinergia y carguemos juntos (como pareja) las penas y sinsabores de ambos, además de ganar una carga menos pesada, ganamos diálogo de pareja.
Aprender a caminar juntos es complicado pero es mágico, por eso es algo que se hace en pareja porque Dios dio una unión, no un lastre. Crecer es pues algo “siniestro” (dijera Lacan) porque nos invita a darnos, a ceder y a aprender a ser mejores para con todos, pero sobre todo para con tu par.
Cuando crecemos y dejamos de cargar a alguien, podemos ver que el cambio es posible, pues nos permitimos ver la vida de otra manera y sobre todo aprender a hacer la vida de otra manera Juntos pero no Revueltos…
 
Pbro. Marco Antonio Meza-Flores
Teólogo y Psicólogo Clínico GJ
Director de Canah “Un lugar de esperanza”
reverendo_czy@hotmail.com
 
 
 

SANJUANITA ALEMÁN CASTILLO

Nutrióloga

Contactos al cel. (899) 113-75-92

Estudio la Licenciatura en Nutrición en la Universidad Autónoma de Tamaulipas y la Maestría en Ciencias y Tecnología de los Alimentos en la misma institución.
Es creadora del juego didáctico Armando A. Nutricio que enseña los principios básicos de la nutrición y alimentación que está por salir este año.
Ha laborado en la Secretaria de Salud y en el DIF  y es actualmente docente de la Universidad Valle de México, así como nutrióloga de este centro.
Conferencista nacional.

 

 

 

Canah se ha distinguido por la excelencia en su personal y por las técnicas de mayor alcance y de mayor impacto, tomando en cuenta lo viejo, lo nuevo y lo que se está creando dentro del campo científico al día.

 

Es por eso que cuenta con terapeutas de primer nivel en las áreas más contemporáneas. Así mismo contamos con investigaciones científicas pues tiene su propia editorial y es precursora de escritores y científicos. En su filas contamos con:

 

  • Nutrióloga: Una de las mejores del país, creadora de un juego didáctico de aprendizaje.
  • Psicólogo Transpersonal, Neurocoaching y biodecodificador de energías certificado a nivel mundial.
  • Psicóloga de sordos y Tanatóloga. Una de las pocas en el país y creadora de libros didácticos para ellos
  • Psicólogo Gestáltico-Jungiano, Tanatólogo, Perfilador y especialista en parejas. Uno de los pocos en el mundo que ha combinado la gestalt y la psicología profunda para crear una técnica llamada ARyS (Aliviar, Restaurar y Sanar).
  • Psicotarotólogo. Otro de los pocos en el País en hacer este tipo de terapias. A veces se confunden con la idea gitana de la adivinación, pero la psicotarotología habla del aquí y el ahora a través de los arquetipos y los símbolos que tu psique representa en las cartas, una técnica compleja pero hermosa
  • Psicólogo infantil. El más joven de todos, pero no por eso el de menos experiencia.