TENGO MIEDO DE MÍ
Nuestro mayor miedo, no es que no encajemos o seamos inadecuados; Nuestro mayor miedo es a ser poderosos en gran medida. Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos a nosotros mismos ¿quién soy yo para ser brillante, extraordinario, talentoso y fabuloso? De hecho, ¿quién eres tú para no ser todas estas cosas? Eres un hijo de Dios.
Jugar a empequeñecerte no sirve al mundo, no hay nada iluminador en el hecho de achicarte para que otras personas no se sientan inseguras a tu lado. Todos deberíamos brillar como hacen los niños, no es cosa de unos pocos, sino de todos. Nacemos para manifestar la gloria de Dios que está dentro de nosotros mismos. Y cuando dejamos que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a otros para hacer lo mismo, al liberarnos de nuestros propios miedos, nuestra presencia automáticamente libera a otros.
Nelson Mandela
Dentro del consultorio uno se puede dar cuenta de muchas cosas que los consultantes tienen y cargan durante mucho tiempo en su vida. Dentro de la iglesia la problemática es todavía peor.
Desde que comencé mi carrera profesional como Psicólogo Clínico he visto una gran ventaja ser teólogo, por una parte, y psicólogo Clínico, por la otra. Dentro del consultorio las personas llegan con patologías, miedos, demonios, problemáticas internas, etc., como quieran llamarle a lo que hace que no tengan una vida plena, sino una vida normal o debajo de lo normal.
Cuando hablo de una vida normal, me refiero a una vida llena de normas, como “no hagas, no debes, o no puedes”, aunque sea tu vida, te riges por aquellas cosas que “la sociedad” dice que debes hacer.
Pero existe algo interesante que a lo mejor muchos clínicos no ponen atención pues no le ven de mucha importancia, la simbología. Siempre que hago una entrevista pregunto si son de alguna religión en particular, la gran mayoría o son católicos romanos o son evangélicos (protestantes o cristianos mal dicho, pues todo aquel que profesa a Cristo es cristiano).
Esto me da mucha apertura para adentrarme a lo que posiblemente podrían pensar y las cosas de inconsciente colectivo ayudan mucho.
La iglesia les enseña a “Ser humildes”… pero, definamos humildes para no perdernos. Existen dos formas de ver la palabra humilde, como adjetivo y como sustantivo. Humilde como sustantivo quiere decir “ausencia completa de orgullo” o también “sumisión voluntaria”, mientras que como adjetivo califica a la persona o cosa de la que se habla.
Es claro que no debemos confundir el adjetivo “humilde” con el sustantivo “humilde”, como ya mencione, un adjetivo sirve para calificar a un sustantivo, hagamos un ejemplo de esta palabra: El niño es humilde, donde “humilde” sirve como adjetivo, pues califica al niño y nos habla de carencia de bienes, mientras que un sustantivo sirve para referirnos a un ser real o imaginario, por ejemplo: el humilde es niño, en donde “humilde” es el sustantivo y niño es usado como adjetivo, este sustantivo quiere referirnos a que aquel que se comporta como un niño, es una persona que se somete por voluntad propia.
No hay gran ciencia si lo ves detenidamente. Ahora, qué pasa en la consulta, pues sencillo, la gente cree que decir sus triunfos los hace soberbios y narcisistas, y que los demás los verán mal.
Casi siempre les digo que manden lejos a los demás, otras veces son más explicito y más fluido en mi vocabulario, la realidad es que “lo que los demás piensen de ti, es problema de ellos no tuyo”.
Pero, ¿por qué tenemos miedo de nosotros, por qué tememos brillar, por qué tememos ser grandes, maravilloso, majestuosos?, sencillo… porque nos dijeron que eso estaba fuera de los cánones y estaba fuera de la regla de moral que sigue cierta sociedad o cierta creencia eclesial y debo ceñirme a la que está escrita, sino soy una persona rebelde y subversiva.
No estamos hechos para ser pequeños, jamás, nos engañaron, nos engaño la iglesia, la familia, la escuela, la sociedad y ahora quieres engañarte tú a ti mismo, pero NO, no dejes tu cerebro en la puerta y piensa.
Estas hecho para ser gigante, para brillar y dejar que tu brillo permanezca, abrace a otros, se desplace, se dé; somos gigantes y no debemos tener miedo a ser diferentes, acaso Einstein no era diferente, o Edison, o Jobs, o Jordan, o Monroe, o Lennon, cada uno de ellos dejo de ser lo que los demás les dijeron que tenían que ser y fueron lo que ellos creían ser y llegaron a sus metas, sin pisar, sin hacer trampas, sólo con ESFUERZO y CREYENDO en ellos.
La Escritura dice “nadie tenga más alto concepto de sí, que el que tiene que tener”, esto quiere decir que nadie debe tener tampoco MENOS concepto de sí mismo, sino el que está claro.
Nos tenemos miedo porque queremos encajar en una sociedad que no nos acepta si no hacemos exactamente como ellos quieren que seamos, y, al fin de cuentas tampoco nos acepta, pues al ser como ellos quieren que seamos nos hace ser igual al grueso de la sociedad y eso nos limita a crecer.
Nelson Mandela es un político sudafricano que renunció a su derecho de jefe de su tribu Xosa por que vio algo más grande. Estuvo 27 años en la cárcel por sus ideales y aún así, seguía creyendo en él, salió de la cárcel y se convirtió en el primer presidente africano, además de ganar el premio Nobel de la paz.
Pero qué lo hace tan grandioso, que tuvo miedo de sí, naaa, lo que lo hace tan grandioso es que enfrentó su miedo, enfrentó a todo un imperio, enfrentó a todas sus ideologías, a todos los que decían que no podría y creyó en él y llegó a donde él se propuso y liberó a su pueblo.
Él no es diferente a nosotros en nada, no es más grande, ni más fuerte, ni más preparado, sólo que él, creyó en si mismo y en lo que él tenía dentro de sí, la fuerza de creer en él.
Ahora, qué es lo que nos pasa, queremos ser parte del grupo, y si alguien nos ve feo entonces temblamos, y nos escondemos como aquellos infantes que le temen a la oscuridad, en lugar de enfrentarla nos limitamos a escondernos debajo de la mesa y así creemos que la oscuridad no nos alcanzará.
Nuestro mejor legado siempre será enseñarles a otros la oportunidad de crecer y ser mejores, no de achicarnos, si seguimos teniendo miedo de nosotros mismos, no podemos darle nada a nadie, pues no tenemos nada que dar.
Es por eso que debemos creer y crear, si nos caemos nos sacudimos, descansamos y continuamos, nadie dice que será fácil, tampoco que será rápido, pero sí que es certero si creemos en lo que hacemos.
Levántate de donde estas, comienza, el camino comienza desde el primer paso, algunas veces creeremos que no vamos a poder, pero pongamos la vista en lo que está adelante, si Dios te dio la oportunidad de llegar primero para fecundar el óvulo, es porque eres un campeón y eso debe sostenerte.
Si los demás se sienten inseguros a tu lado, es problema de ellos, enséñales a crecer, no a menguar, nacimos para ser gigantes y para crear personas mejores para un mundo mejor, no para empequeñecernos y temblar de miedo.
Si hoy tienes miedo de ti, sacúdete, comienza a brillar y encuentra el camino que te conduce a ser mejor, si no encuentras una salida, sal por donde entraste, si te caes, levántate y camina, si te cansas, descansa y después camina, la idea es siempre caminar y seguir creyendo y creando.
Esa es mi invitación, si otros te dijeron que no podrías yo te digo “sí se puede”, sólo debes creer y dejar de tener miedo de ti, enfrentar a tu gigante y darte cuenta que en realidad, sólo tú puedes limitarte.
Cuando hagas eso, tu simple presencia hará que los demás dejen de temer y quieran brillar, cuando comencemos a brillar, nos cuidaremos unos a otros y entonces el mundo se llenará de personas que pueden ser mejores.
Espero que dejes de temblar y comiences el camino, te deseo lo mejor y feliz tiempo.
Pbro. Marco Antonio Meza-Flores
Teólogo y Psicólogo Clínico GJ
Director de CANAH “Un lugar de esperanza”
reverendo_czy@hotmail.com